El camino de la redención

El jurado del importante Premio Nóbel se ha empeñado en sorprenderme en los últimos días: primero con el de Literatura para Mario Vargas Llosa, uno de mis escritores favoritos, en mi modesta opinión el más serio e intenso de los narradores hispanos contemporáneos. Y después con el de la Paz para el luchador disidente chino Liu Xiaobo, que ha puesto en jaque al régimen comunista de su país, afamado por la crueldad y violencia que despliega en contra de sus detractores. Los dos bien merecen sus premios. Mi sorpresa es que los hayan otorgado a personajes que con valentía denuncian a diario los desmanes y el oportunismo de la izquierda aqui y allá, en este mundo de hoy donde el estado de opinión favorece cualquier tono rojizo. Quizá el Nóbel busque su redención tras las farsas de los Menchúes, Gores y Obamas, e inicien un camino cuerdo y sin pasiones que reivindique su grandeza de otrora. Ojalá así sea para que los Biscets, Fariñas y otros valientes algún día tengan sus premios. Pero para eso no se podrán dejar amedrentar por los chillidos de los próximos días, cuando gorilas, tiranosaurios y pandas enojados la emprendan a pataletas.