Hasta llegar a la meta final: La Libertad de Cuba!



lunes, 29 de abril de 2013

La novela de los abuelos

Hace cien años nuestros abuelos eran bebés, ó estaban por nacer, y sus padres vivían en el ajetreo de todos los días, tal como ahora nosotros. Carecían de muchas de las comodidades de hoy, pero se las arreglaban con las suyas, y así digerían los tiempos que les tocó vivir.


Aquella gente de 1913, nuestros parientes, con sus sueños y anhelos, no podían imaginar que estaba el Mundo a las puertas de la primera Gran Guerra entre todas las naciones, que la sangre y la miseria iba a invadir el planeta y que surgirían países comunistas y fascistas y otra Guerra aún peor luego de veintitantos años y que acabaría en el Holocausto: la más terrible página de la historia moderna.

Estaba el siglo XX todavía de estreno y los novedosos autos (aquellos remotos “tres patás”) y los nuevos inventos: la electricidad, el teléfono, el avión, la radio y el cine auguraban cambios futuros para bien de todos. No sospechaba ni el más visionario hasta dónde íbamos a llegar.

Pensemos en uno de aquellos parientes que nos visite de pronto y se encuentre delante de un televisor de 60 pulgadas en tercera dimensión, y se monte en nuestro auto y escuche una voz femenina indicándole por qué calle hay menos tráfico. Entraría en pánico al ver a su bisnieto de cinco años experto en juegos que parecen diabólicos…

Miramos su vida desde acá como una película, ó una novela. Sabemos qué les va a suceder al día siguiente y ellos no podrán evitarlo, tampoco nosotros. El tiempo pasará aprisa como una vez alguien nos advirtió y llegará el día en que nos tocó nacer. Aquí se une lo que para nosotros fue ficción, con la realidad.

Y aquí está la nuestra, la que vivimos a diario, con esos adelantos tecnológicos que nos exaltan y sorprenden, pero en cien años matarán de curiosidad a los hijos de nuestros nietos que no van a comprender cómo nos las arreglamos con las carencias de ahora. Y si nos invitan y aparecemos allá nos moriríamos del asombro al pillar a nuestros pequeños bisnietos con aquellos pasatiempos tan inimaginables ahora.

Hoy es nuestro tiempo, tenemos que vivirlo lo mejor que podamos. Sabemos del pasado, pero no podemos cambiarlo. Los del futuro conocerán nuestro presente mejor aun porque dejaremos huellas más profundas gracias a la internet y el desenfreno de las comunicaciones, pero tampoco podrán cambiarlo. O tal vez Sí!?

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