Hace diez años el mundo árabe era diferente. Tras el alevoso ataque al World Trade Center en New York con casi tres mil víctimas inocentes, la euforia extremista inundó el subcontinente y se planteó un enfrentamiento literal de civilizaciones: la modernidad de occidente versus el medioevo fanatista que tambaleó el inicio del nuevo milenio romano.
La invasión norteamericana a Iraq derrocó a un régimen que era protagonista y guía de modernos kamikazes y elementos hacedores del terror. La dura y larga batalla en las calles milenarias de las ciudades mesopotámicas poco a poco fue transformando el panorama, y desde el propio corazón árabe se irradiaron sentimientos de esperanza para una juventud que se preguntaba por qué regresar a pasados oscuros y renunciar a una vida plena y contemporánea.
La revolución que hoy estremece las raíces del Este medio, los aires de libertad que se respiran y que ya han dado sus primeros frutos, están inspirados en los cambios que se vivieron en Iraq, un ejemplo para los jóvenes que descubrieron una realidad más allá de la violencia y la intolerancia.
A veces la historia nos da o nó la razón. Esta vez, quienes se opusieron entonces a la guerra, deberían quitarse el sombrero. Es innegable que la derrota de Hussein marcó el inicio de una nueva era. Aquellos que dudaron de la certeza de la invasión cada día que pase descubrirán nuevos detalles que la justifican. Honor a quien honor merece. Y la nueva generación árabe lo agradecerá eternamente.
CUBAMEDUELE: De Cuba y el dolor de los que vivimos lejos, anhelando y orando por su libertad.
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