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jueves, 30 de diciembre de 2010

La Isla atrás en el Tiempo

En el mundo contemporáneo, donde la civilización occidental está a pocas horas de comenzar a vivir la segunda década del tercer milenio, el empuje brutal de la tecnología y las comunicaciones de pronto han convertido en obsoletos objetos y costumbres con los que el hombre convivió, y los ha ido sustituyendo por otros que los niños y jóvenes de hoy no pueden imaginar que hace unos pocos años ni siquiera existían. La Internet reemplazó, o está a punto de hacer desaparecer a los periódicos de papel, aquellos que se compraban en estanquillos y se leían sentados en un butacón después de la cena, y a veces hasta manejando un vehículo. También quedaron atrás las cartas a familiares y amigos, las postales de recordación, los telegramas, la distancia entre continentes y disímiles lenguajes ahora a la brevedad de un click, los pagos de gastos personales y de negocios con envios de cheques, las enormes bibliotecas y las pesadas enciclopedias, las peñas deportivas y hasta las discusiones políticas y filosóficas en parques y barberías. Imaginen a sus hijos sin Twitter o Facebook, pobres de ellos si no existieran los laptops ni You tube. Qué hacer si de pronto andamos por la calle y no tenemos un celular. O llegamos a la casa corriendo a calentar la comida y nada de microondas y menos papel para secar las manos. Han pensado en tener que salir a comprar cintas para la máquina de escribir? O cargar con una tonga de casetes o cidis para la fiesta del 31. Alguien puede prescindir de un Ipod, una cámara touch digital, los juego de X-Box o Wii, las peliculas y seriales stream desde un blu ray? Es tan vertiginoso el cambio que a veces ni nos damos cuenta. Se imaginan un país de este tiempo, pero que se haya quedado allá en el año 1959? Existe, bien cerca, todos lo conocemos, más los que en él nacimos, los demás lo van descubriendo poco a poco. Allí la gente se sigue escribiendo cartas aunque el servicio de correos es muy malo, aún lee los pocos periódicos que siempre existieron aunque a nadie le interesa lo que dicen, y después los usan para necesidades personales, porque no solo desconocen el papel para secar y limpiar las manos, el otro es un extraño. Los países continúan estando muy lejos, casi ninguno imagina cómo serán sus gentes y costumbres, más extraños que de otra galaxia. Ellos discuten en parques y barberías, no chatean ni twittean, tienen que ver cuatro o cinco canales de televisión sin telenovelas ni HBOs ni siquiera ESPN. Debe ser muy duro dormir en el trópico sin aire acondicionado, o trasladarse en un carretón de mulo porque no hay autos ni buses, o vivir como cocuyos alumbrándose de velas y mechones. La Isla quedó allá, muy atrás en el tiempo, y su gente no sabe que el hombre de hoy vive, piensa y se comunica de forma diferente. Y todo por dos ancianos seniles que creen que la vida debe ser igual a cuando ellos eran jóvenes, canallas como ahora, y no les importa nada más.

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