Hasta llegar a la meta final: La Libertad de Cuba!



martes, 20 de julio de 2010

DE PARQUES Y NOSTALGIA

Cada pueblo de Cuba tiene un parque y a su alrededor giran la geografía y la historia del lugar. En las ciudades grandes existen muchos parques, tantos como barrios o municipios.

Los parques de Cuba no se parecen en nada a estos enormes y verdes de la Florida, regularmente miden una o dos manzanas a lo máximo, en el medio una glorieta a la usanza española y alrededor pasillos, jardines de colores y bancos de madera o concreto entrelazados en el incesante ir y venir de tantas generaciones.

Cada parque guarda en su memoria la niñez de sus vecinos cayendo de las bicicletas, la noviecita y el voto de amor eterno que todavía muchos bendecimos, la bronca tumultuosa que jamás se ha visto en otro lugar, la plática sana y afectuosa de los grupos de amigos, el llanto inconsolable del abandonado, la tristeza cómica del loco del barrio, la alegría y el colorido de los mejores carnavales del mundo, la fatiga insípida de una concentración oficial impuesta para vitorear estériles e indignas conquistas.

Nuestro parque es nuestra nostalgia. Cómo estará? De seguro despintado y destartalado, y nuestros amigos viejos y cansados bajo el sol que los ha requemado por tantos años y les tiene las neuronas embotadas de alcohol.

El parque sigue allí, en el mismo lugar de siempre, pero tan lejos! No importa si a mas de cincuenta años de distancia, o a un mes desde que llegó el último balsero que ya también llora sus recuerdos.

Allí está el mismo parque, el de todos nosotros. Pero yo no quiero verlo. Prefiero recordarlo como entonces, cuando pensaba que jamás viviría lo suficiente lejos para prohibirme el sentarme en sus bancos y mirar el caer de la tarde, como mis abuelos y los tuyos.

Luego del deseado sepelio del dinosaurio y su camada muchos regresarán para ver sus parques. Algunos querrán morir allí cerca, como sus antepasados. Otros se conformarán con una corta visita, aunque sea un par de horas, para sentir otra vez la brisa de un noviembre y saludar al viejo amigo tan acabado pero que ahora tiene un brillo nuevo en los ojos.

Cada pueblo de Cuba tendrá otra vez sus glorietas pintaditas con sus bandas de música tradicional en las noches, sus jardines de todos los colores tropicales, y sus bancos siempre rejuvenecidos en cada generación por venir. Y que ojala no tengan que irse a vivir tan lejos como estas de nosotros.

2007-09-19




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